El Asno de Oro: fantasía de la antigua Roma

Mucho se ha escrito y dicho a lo largo de los siglos sobre El Asno de Oro, la única novela latina conservada íntegramente y uno de los principales precedentes de la novela moderna. Sin embargo, desde Crónicas de Êrhis vamos a hablar de esta obra desde un punto de vista algo menos habitual y más cercano a nuestro territorio: El Asno de Oro y la fantasía.

Las Metamorfosis, nombre original de la obra, fue escrita por Apuleyo de Madaura hacia 170 d. C.. A través de sus páginas, Lucio, un joven griego de buena familia, nos cuenta sus desventuras y las historias de las que es testigo desde que la Fortuna decide castigar su curiosidad y hacer que se transforme en burro. Aunque todos le ven y le toman por un asno, sigue viendo y pensando como un hombre, lo que no sólo le llevará a vivir diversas peripecias, sino que además le permitirá ser espectador de las más extraordinarias historias.

El Asno de Oro es una sátira de la moralidad y costumbres de la civilización romana del S. II, cuya degradación quedaba oculta por la paz y la prosperidad de las que gozaba el Imperio, pero lo fantástico y maravilloso tiene tanto peso en la narración que ha llamado la atención de no pocos lectores a lo largo del tiempo. No es momento este de ahondar en el sentido profundo de la fantasía en la literatura y su capacidad para construir nuevos mundos que puedan explicar los fundamentos del nuestro (en este sentido cabe destacar la historia de Amor y Psique, dentro de la narración de El Asno de Oro, que merece su propio artículo), pero existen en la historia de Lucio elementos que hoy consideramos característicos del relato fantástico que merece la pena destacar. De hecho, el motor de la historia no es sino la curiosidad del protagonista por lo mágico y sobrenatural, su deseo por entrar en contacto con las artes ocultas de las que tanto ha oído hablar, y que finalmente favorecen su ruina. Tan grande es su ansia por conocer y experimentar, que cierta noche el joven Lucio se acerca al escondite de una bruja para probar uno de sus brebajes con la esperanza de transformarse en búho, sin embargo, una infeliz confusión hace que el efecto no sea el deseado:

Empecé a batir los brazos como un pájaro, pero no aparecían los plumones ni las plumas, sino que empezaron a endurecérseme los pelos como cerdas, se fue convirtiendo la delicada piel en cuero, los dedos de pies y manos se confundían en una sola uña, y me salió una larga cola por la rabadilla.

Si consideramos que el protagonista es un hombre transformado en burro resulta fácil comprender que la magia juega un papel fundamental en la trama, pero en general lo sobrenatural y maravilloso son temas presentes en toda la historia, que se van entretejiendo en el tapiz de la narración para conformar un tono singular que se mueve así entre lo real y lo fantástico. En su desafortunado vagabundeo el burro Lucio será testigo de diversas historias, a cual más curiosa, aunque no al modo de otras obras clásicas como la Ilíada o la Odisea, en las que el relato humano está jalonada de intervenciones divinas. El mundo de El Asno de Oro es un mundo lleno de misterio y saberes ocultos, en el que la magia y la brujería son reales y temidas. De este modo, en la narración no dejan de sucederse pasajes sobre mujeres que atemorizan a sus vecinos con sus poderes, de sabios que preparan brebajes con las más singulares propiedades, y aun de algún difunto que se aparece a los vivos para resolver cuentas pendientes.

El mundo que descubrimos a través de los ojos de Lucio es real, pero deformado de manera cómica bajo el prisma de lo fantástico y sobrenatural; en cada comunidad que visita el joven protagonista parece existir alguien con el poder y los conocimientos de los que servirse para satisfacer sus intereses y poder mantener atemorizados y dominados a sus semejantes. La magia y la hechicería existen, pocos conocen sus secretos, pero tienen la capacidad de determinar la vida de los hombres. No se trata tanto del riguroso Destino como de la caprichosa Fortuna que va torciendo los caminos de unos y otros y conformando las más singulares historias. Lucio sin duda es el ejemplo más claro, pero a lo largo de El Asno de Oro se nos va ofreciendo un cuadro verdaderamente cómico y disparatado. Así, de los poderes de una hechicera que tenía atemorizada a la ciudad, se nos cuenta:

A un posadero vecino -y, como vecino, rival- lo transformó en rana, y ahora aquel pobre viejo está nadando en una cuba de vino, desde donde saluda a sus antiguos clientes con roncas y serviles croas, hundido en las heces. A un abogado, sólo por hablar contra ella, lo convirtió en cabrón, y ahora como cabrón defiende pleitos.

La magia tiene su peso en El Asno de Oro, pero sin duda es el humor lo que hace de esta una obra singular, y la mezcla de ambos ingredientes la convierte en una lectura accesible para el lector actual y enormemente atractiva para quien no teme los caminos de los relatos fantásticos. De hecho, de algún modo, no sería descabellado considerar a autores como el recientemente fallecido Terry Pratchett, por la temática y su pluma mordaz, continuadores de la tradición satírica y disparatada que representa la obra de Apuleyo, lo que no hace sino darnos una muestra de la actualidad de una novela escrita en el S. II.

En cualquier caso es una obra que recomiendo a cualquier lector actual, con la que descubrirá un modo de contar historias que en poco difiere al nuestro y unas situaciones que pasados casi dos mil años siguen resultando de lo más atrevidas y provocadoras. Porque, en definitiva, resulta que casi todo está inventado, y no está de más echar de vez en cuando la vista atrás para descubrir lo poco que hemos cambiado, lo mucho que nos emocionan las mismas historias, y lo mucho que nos hacen reír los mismos chistes.

Imagen de portada: rohaut.blogspot.com.es

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