Cuando la luz del cometa Calamity iluminó el cielo nadie podía imaginar que un puñado de hombres adquirirían un poder difícil de comprender, los épicos; nadie podía imaginar que a partir de entonces la humanidad quedaría totalmente sometida. En este nuevo orden sólo unos pocos osan enfrentar una tiranía que ya no entiende de guerra o política: los Reckoners.
En esta novela, primera entrega de la serie The Reckoners, se nos narra la historia de David, un joven que contempló cuando era un niño la llegada del épico más poderoso y soberbio de todos, Steelheart. De él se dice que es invencible, que nada ni nadie puede causarle daño, pero David es la única persona viva que le ha visto sangrar. Mientras malvive por los pasadizos de Chicago Nova, la sombra de una ciudad transformada en acero por su nuevo dictador, el joven trata de reunir toda la información sobre los épicos a la que tiene acceso con la esperanza de encontrar la clave que le permita derrotar a Steelheart. Porque como en todas las novelas de Brandon Sanderson, el poder siempre guarda una debilidad.
Con estos cimientos el autor construye un relato sencillo que parece dar la vuelta a la visión de los superhéroes a la que estamos acostumbrados. El poder no está al servicio de la humanidad, es su yugo. Si en cómics, series o largometrajes no hacemos más que ver a personas con habilidades incomprensibles que no se distinguen del resto de los mortales por sus especiales capacidades sino por su alto sentido moral y del deber, en Steelheart desfila una galería de personajes que son su poder. Los épicos han dejado de ser humanos porque han roto todos sus límites y barreras; nada de lo que definiera la acción humana puede aplicarse a ellos.
La idea de partida resulta interesante, más aún en una época en la que la presencia de superhéroes es habitual en todo tipo de medios y géneros, pero en manos de Sanderson no va a ninguna parte. No por falta de capacidad sino de interés. Al autor no pretende en esta breve novela nada más que construir un relato entretenido con las piezas que someramente he tratado de describiros, dejando los interrogantes sobre la condición épica y las consecuencias del poder para quien quiera dar vueltas a la historia en su cabeza. A causa de este enfoque Steelheart se perfila como una novela sencilla y ágil, de fácil de lectura, que permite al lector engullirla animadamente casi sin darse cuenta.
No voy a criticar este planteamiento, pues de haber añadido algo más de material la novela se habría hecho más pesada y habría perdido sus virtudes, pero he de reconocer que en ocasiones se me ha hecho excesivamente simple. No es que pida una trama llena de conspiraciones, grupos secretos y giros de guión, pero todo parece transcurrir en una línea recta en la que no terminé de ver excesivos desafíos. Ello no quita para que la trama esté jalonada de escenas emocionantes, especialmente el final. Quizás estos problemas sean consecuencia de que es una novela construida fundamentalmente sobre la acción o a que el mundo en que se ambienta apenas se funde sobre cuatro ideas claramente definidas.
La impresión de que estaba ante una historia demasiado simple o que el mundo en ocasiones resultara algo inverosímil (aunque no careciera de coherencia interna) me ha generado cierta sensación de «falta de trabajo». Probablemente esté equivocado y Brandon Sanderson haya sudado para escribir esta historia, pero tras leerla se formó en mí la idea de que estaba escrita de un tirón; es una convicción que, de hecho, todavía me ronda la cabeza. En ello colabora la excesiva simplicidad de los personajes, sobre todo de aquellos dotados de poderes, en los que nombre, personalidad, habilidad y debilidad giran sobre el tema del respectivo épico. Muchas veces la sencillez de una obra es resultado de un riquísimo trabajo que suele asomar en los detalles. En Steelheart, sin embargo, da la sensación de que lo que ves es lo que hay. No sé si tendrá que ver con la ingente cantidad de libros que expele anualmente el bueno de Sanderson.
Después de estos párrafos puede resultar extraño que diga que en realidad la novela me ha gustado, pero es así. Todos los defectos que he señalado, además de ser completamente subjetivos, no restan brillo a las virtudes de la novela, por lo que no dudo en recomendarla a quien quiera pasar un buen rato, refrescarse con una aventura desenfadada o buscar una lectura ligera antes de afrontar mayores retos.
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