“E assimesmo ordenamos que la fiesta del glorioso Martyr Señor Sant Jorge, que caye a XXIII dias de Abril, sia en el dito Regno inviolablemente é perpetua, guardada, observada, e celebrada solemnement: bien assi como los dias del Domingo e otras fiestas mandadas guardar. E todos los Prelados del dito Regno sian tenidos aquellas mandar guardar, e observar, jus aquellas penas mesmas, que deven, e son tenidos facer observar, e guardar los Domingos, e otras fiestas.
Fuero de las Cortes de Aragón. Calatayud, 1461.
Hoy, día 23 de abril, como no podía ser de otra manera en un blog de dos escritores de fantasía aragoneses, toca hablar de San Jorge.
Aunque en realidad se duda de la existencia de Jorge de Capadocia, su historia es bien conocida, una verdadera leyenda que se vive con especial intensidad en no pocas tierras relacionadas con la antigua Corona de Aragón. Soldado romano, habría nacido entre 275 y 280 en Capadocia, y habría encontrado la muerte el 23 de abril del año 303, durante las persecuciones con las que Diocleciano tan duramente castigó al Cristianismo. Cuenta la tradición que San Jorge recriminó al emperador su persecución y, tras confesarse cristiano, fue mandado torturar y decapitar en Lydda (atual Lod, en Israel), donde fueron enterrados sus restos y donde con el tiempo surgió el principal centro de culto al santo.
En el siglo V fue canonizado y su popularidad creció rápidamente en Oriente, desde donde se expandió por Europa occidental, junto con numerosas leyendas e historias apócrifas sobre su vida, para acabar convirtiéndose en uno de los santos más venerados de la Edad Media.
Del siglo IX proviene, de hecho, la leyenda que narra cómo en la antigua ciudad libia de Silca los ciudadanos vivían atemorizados por un dragón que moraba en las aguas de un lago cercano. Para evitar que se acercara demasiado, los vecinos le ofrecían comida, pero cuando ésta comenzó a escasear pasaron a decidir por sorteo la entrega de una persona para ser devorada, hasta que le tocó el turno a la hija del rey. En ese momento llegó San Jorge a la ciudad y se ofreció a proteger a la princesa, y tras encomendarse a Dios, venció al dragón y liberó de su mal a los vecinos, que por supuesto se convirtieron al Cristianismo. Se dice que de la sangre que manó de la herida del monstruo brotó una rosa roja, que San Jorge ofreció a la princesa y que hoy recordamos regalándonos rosas junto con libros.
Al abrigo del ideal caballeresco creció la devoción a San Jorge,«Santo de los Caballeros y Caballero de los Santos», entre los círculos nobles y militares. Los cruzados invocaban su protección y durante la III Cruzada (1189-1192) trataron de recuperar la iglesia que guardaba sus restos en Lydda. Numerosas órdenes se acogieron a su patronazgo, así como regiones y países enteros como Inglaterra, Rusia, Portugal o Génova.
En Aragón, la introducción del culto y la devoción al santo llegó de la mano de Pedro I (ca. 1068-1104) a raíz de un suceso extraordinario en el curso de la conquista de Huesca. En 1096 el rey aragonés tenía sometida a sitio la plaza cuando recibió la noticia de que se aproximaba un gran contingente de refuerzos musulmanes desde Zaragoza, a los que resueltamente se dispuso a hacer frente, encomendándose a Dios y saliendo a su encuentro en un llano que llamaban ‘Alcoraz’. La batalla fue cruenta, y en lo más encarnizado del combate cuenta la tradición que apareció un jinete a lomos de un caballo blanco que luchaba contra los musulmanes: San Jorge, que ayudó a vencer la batalla y poner a salvo la ciudad de Huesca.
Desde entonces creció la devoción hacia el santo en la Corona de Aragón, sobre la que se reclamaba su protección, especialmente desde el siglo XIII, cuando se multiplicaron los relatos de apariciones decisivas en batallas. Los cronistas de Jaime I hablan de la presencia de San Jorge durante las conquistas de Valencia y Mallorca. En general la devoción al santo no dejó de crecer, especialmente entre la familia real aragonesa y los círculos caballerescos; en el siglo XV fue nombrado patrón del reino y de la Diputación General y desde entonces la cruz de San Jorge está presente en el escudo de Aragón, conmemorando precisamente la Batalla de Alcoraz.
En la actualidad, la leyenda de San Jorge continúa extraordinariamente viva. Indisolublemente unida desde hace ya años a la celebración del Día del Libro, tiene a nuestro parecer otra vinculación con la literatura, al menos con la de género fantástico, pues al igual que Beowulf y Grendel o el rey Arturo, Sir Gawain y compañía, San Jorge, su dragón y su princesa forman parte del acervo legendario europeo del que la fantasía épica lleva nutriéndose desde sus orígenes.
www.miscelaneaturolense.blogspot.com.es
www.triogahogado.blogspot.com.es
Imagen de cabecera: Justin Gerard (más ilustraciones de Justin Gerard en: quickhidehere.blogspot.com.es).
Add Comment