Kromtar

Desde las sierras exteriores de la Gran Cordillera hasta el Mar Interior, entre las largas llanuras de Argur y Arinur, extiende su dominio el Gran Reino de Kromtar, conocido por muchos como el Reino del Dragón. Antaño el más rico y fuerte de cuantos poderes se constituyeron tras la caída de Naushie, con el paso de los siglos ha visto menguar su posición en favor de algunos de sus vecinos.

Sin embargo, el indudable prestigio de sus monarcas, su cohesión y su posición destacada como defensor del Pacto de las Ocho Torres hacen de Kromtar uno de los mayores poderes en la cuenca del Mar Interior.

El Viejo Reino

Viejo Reino KromtarCuentan las leyendas de los kromtarianos que en un tiempo remoto en que las guerras cubrían Êrhis y los hombres luchaban y morían lejos de su tierra, el dios Khur habló por primera vez a un hombre que con su voluntad supo guiar a muchos de los suyos en el regreso a las montañas. Aquel hombre era Krom, en quien las gentes de Kromtar nunca han dejado de ver al primer elegido por la divinidad y su primer monarca. Pero, más allá de mitos y leyendas, durante largo tiempo la historia del Reino del Dragón fue un camino duro y azaroso.

Ligados siempre a las montañas, los kromtarianos se caracterizaron por un tenaz espíritu de resistencia para conservar algo de tierra que considerar propia. Durante generaciones soportaron duras confrontaciones con otros pueblos de la Gran Cordillera y, sobre todo, con el incontestable poder del Imperio de Naushie, al sur, que ni con su riqueza ni su arcana sabiduría fue capaz de conjurar la amenaza de los clanes guerreros de las montañas.

Fue este un tiempo incierto de guerras, saqueos y huidas que los kromtarianos han dado en llamar «del Viejo Reino». Un tiempo en el que Kromtar apenas si era una palabra, en el que la sangre y la voz de los reyes se perdió y solo la fe en Khur pudo mantener unidos a los clanes.

El Gran Reino

Esta época salvaje llegó a su fin cuando Regnar Üngrar unió a los clanes bajo su liderazgo y, aprovechando la decadencia de Naushie, asaltó las tierras fronterizas. Pero fue su hijo, Tagskerk, llamado ir Bhor, el Grande, quien logró colocar a Kromtar en el centro de la alianza que venció al antiguo enemigo y derrocó a Nezheris Bærentar, el primer y último emperador de Naushie.

Conquista NaushieCon Tagskerk, al que muchos consideraron bendecido por Khur, los kromtarianos conquistaron Naushie, renovaron su fe en el dios y asentaron los pilares del Gran Reino, que, fundado en la tradición de los clanes montañeses, se sintió a su vez heredero y custodio del saber naushita. Estos ideales impulsaron a Tagskerk y sus sucesores a erigirse en protectores del Pacto de las Ocho Torres y tratar de acometer la reconstrucción del antiguo Naushie bajo la divisa del dragón de Kromtar, pero los monarcas kromtarianos carecían del poder necesario para asumir semejante tarea.

La conquista de Naushie supuso el fin de las Eras de la Magia y el comienzo de las Eras de la Guerra y se convirtió en la gran epopeya del pueblo kromtariano, que merced a los designios de su dios, la guía de sus monarcas y la unión de los clanes logró imponerse sobre un pueblo más poderoso y arrogante.

Los avatares del tiempo han puesto en dificultades al reino, pero nunca han quebrado la confianza de los kromtarianos en sus principios fundacionales, lo que ha facilitado la fortaleza y durabilidad de Kromtar y lo ha convertido, pese al paso de los siglos, en el poder más estable del Mar Interior.

Allí donde un día los naushitas levantaron gloriosas ciudades, construyeron los kromtarianos las suyas, y donde se alzaban sus altas torres se erigían ahora castillos y fortalezas. El sabio dejó paso al guerrero.

La estrella se alza en el cielo

De las montañas al mar

Expansión territorio Kromtar

Buena muestra de la fortaleza de Kromtar ha sido su capacidad para mantener unido el territorio que históricamente ha gobernado tras la lejana caída de Naushie. Desde las altas montañas del norte hasta la templada costa del sur, dicho territorio se caracteriza por su extensión y variedad y, en cierto modo, constituye un vivo testimonio de su recordada victoria.

Las tierras septentrionales, batidas en invierno con crudeza por el viento y la nieve, siguen de algún modo cercanas al pasado. Bajo la mirada de la Gran Cordillera, aldeas, pueblos y casales salpican lomas y valles en una zona en cuyas gentes permanecen arraigados con fuerza antiguos usos y leyes que con frecuencia sorprenden al resto de kromtarianos. En esta tierra se alza Irgmar, la antigua capital de Kromtar, donde Regnar, padre de Tagskerk el Grande, se asentó tras las primeras incursiones y donde son enterrados y coronados los monarcas.

Hasta que Naushie cayó y Tagskerk el Grande fundó Khurammar sobre sus ruinas, Irgmar fue la ciudad de los clanes kromtarianos. Las viejas historias contaban que allí no había más que una torre naushita que el rey Regnar tomó para los suyos y en torno a la que con el paso de los años fue creciendo una ciudad, la primera capital de Kromtar.

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Montañas norte KromtarHacia el sur este paisaje agreste de bosques y montañas se prolonga en una extensa zona de somonte, Kërmrah-Vour o Tierra de colinas, que tiene en Neusar su capital. Ciudad de origen naushita, es el asentamiento más importante de la zona central del país, una tierra húmeda y fértil merced a las lluvias y las aguas de los ríos Elensar y Narensar, que alimentan con generosidad pastos, tierras de cultivo y frondosos bosques.

En su viaje al encuentro del mar, la región meridional de Kromtar desciende en suaves llanuras salpicadas de villas y labrantíos dominados por la presencia de las ciudades más importantes del reino, incluida Khurammar, una de las urbes más destacadas de Êrhis. Levantada donde estuviera la antigua ciudad de Naushie, la capital de los kromtarianos fue consagrada a Khur por Tagskerk para cerrar así una conquista que ponía fin a una larga y cruenta guerra.Llanuras sur Kromtar

El tiempo ha vuelto a hacer de ella una urbe extensa, rica y populosa gracias a su puerto, al que llegan mercancías de todo el Mar Interior, y es merecedora de un indudable prestigio por acoger entre sus murallas el Palacio Real, el Gran Templo de Khur o la Torre de Vântur.

La capital de los kromtarianos se alzaba señorial en una inmensa llanura que descendía con suavidad al encuentro del mar. Aun a varias millas de distancia impresionaban sus monumentales murallas, desde las que numerosos torreones vigilaban las calzadas que atravesaban los campos hasta una de las ciudades más grandes del mundo.

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Khur y los hombres

Pese a las dificultades y el paso de las generaciones, los kromtarianos nunca han perdido el convencimiento de que Khur decidió confiarles a ellos su palabra desde los lejanos tiempos de Krom. Esta certeza, unida a su credo, no solo los ha dotado de fuerza en las encrucijadas de la historia, sino que ha conformado un vínculo capaz de sobreponerse a disensiones, enfrentamientos y fracturas.

Khur, el dios de Kromtar, es infinito, eterno y todopoderoso. Tradicionalmente ha sido visto como una figura lejana e insondable, apenas representable y asimilado a la imagen de un padre severo que escucha pero que elige cuándo y con quién hablar. Sin embargo, con el tiempo en él se han distinguido ocho aspectos, como juez, sanador o arquitecto, hacia los que los fieles dirigen sus plegarias en determinadas circunstancias.

dios Kromtar religiónPor otro lado, para los kromtarianos Khur es el único dios, por lo que consideran erradas las creencias de otros pueblos que adoran a otras o múltiples divinidades, lo que, sin embargo, no se ha traducido en un esfuerzo por extender su credo o perseguir otros cultos.

Kromtar ha demostrado ante todo gran celo a la hora de proteger su fe en Khur y tratar de configurar la vida del reino de acuerdo a lo dispuesto por la tradición y los sacerdotes. Así, no ha sido extraño que los reyes hayan buscado la conformidad en su gobierno con los textos sagrados, las antiguas leyes y los escritos de los sabios, y los Ukkrim Ombhartur, orden de caballeros fundada por Tagskerk, ha velado durante siglos por el mantenimiento yla  seguridad de los fieles y los lugares sagrados.

La procesión salía lentamente a la plaza precedida por la enseña blanca de la orden, en la que las hojas de cinco espadas que representaban a los cinco primeros Ukkrim Ombhartur se cruzaban en su centro bajo el lema Khur luwai tur he ir war escrito en la antigua lengua de Kromtar.

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Este deseo por aproximar la vida de los hombres a la palabra de Khur ha comportado el ensalzamiento de los monarcas, otorgándoles una consideración que ha llevado al mantenimiento de una única dinastía: los Üngrar. Los reyes son considerados custodios de la tradición y guías de su pueblo, pero lejos de un reconocimiento sagrado, en su labor se les exige atender el parecer de los suyos, razón por la que para el desarrollo de su labor se apoyan en otros grandes señores y convoca distintas asambleas para escuchar a su pueblo, como la de los grandes señores o la Gran Asamblea, que reúne a los representantes de todos los estamentos del reino.

Una moldura corrida en el arranque del artesonado recordaba a los que allí se reunían, en clara caligrafía dorada, la siguiente máxima: «Por encima de los hombres, los señores; por encima de los señores, el rey; por encima del rey, Kromtar; y sobre todas las cosas, Khur».

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señores asamblea Kromtar

El dragón de Kromtar

Las leyendas e historias de dragones son abundantes en todo Êrhis, pero en ningún lugar como en Kromtar existen tantas muestras de la unión de una de aquellas criaturas con el destino de los hombres. Tal es así que no pocas odas a la monarquía kromtariana han alimentado la creencia de que los reyes son verdaderamente descendientes de dragones.

Fue en los tiempos de la guerra contra Naushie cuando por primera vez acudió el dragón en ayuda de Kromtar. Hay quienes afirman que fue atraído por la nobleza de la causa de los montañeses, otros que fue convocado por la magia de algunos naushitas que habían buscado la protección de Tagskerk. Sea como fuere, los kromtarianos agradecieron y recordaron siempre su favor tomando la criatura alada como su divisa e incorporándola a su vasto acervo.

Desde aquel entonces, siempre que Kromtar ha necesitado su ayuda, el dragón ha alzado su vuelo inmortal para enfrentar la necesidad de sus protegidos. Se cree que solo unos pocos de cada generación saben cómo encontrarlo y que solo manifiesta su naturaleza ante los miembros de la familia Tarsbhor, entre quienes escoge a los Yurastar, los únicos capaces de cabalgar sobre su lomo.

jinete dragón Kromtar

La estirpe de los Tarsbhor hundía sus raíces en lo más profundo de las montañas del Viejo Reino de Kromtar, cuando sus miembros ganaron por sus hazañas el honor de ser los Espaderos del Rey, quienes extendían su voz y lo representaban en su ausencia. Fue por ello por lo que muchos se sorprendieron cuando la reina Eveir nombró regente a Nivenair y no a Vaen, quien como cabeza de los Tarsbhor, además, había combatido durante la guerra a lomos del dragón convirtiéndose en el vigesimotercer Yurastar, Jinete del Dragón en la lengua de Naushie.

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Pese a que pueda no ser visto en siglos, todos los kromtarianos crecen convencidos de que el dragón permanece vigilante y cuida del reino, honrando una alianza de la que todas las generaciones se sienten herederos. Tanto es así que desde los tiempos de Tagskerk la bandera de Kromtar luce orgullosa un dragón que con las alas enhiestas avanza poderoso sobre un campo rojo y verde, protegiendo las dos torres que lo flanquean, Irgmar y Khurammar, el pasado y el presente.