En las últimas semanas hemos estado prestando una especial atención a los viajes como parte esencial, no sólo de las novelas de fantasía, sino en general de la literatura. El traslado ha constituido tradicionalmente un gran recurso para la narrativa, tanto por la posibilidad de ofrecer aventuras y peripecias al lector situando a los personajes fuera de su elemento, como por su utilidad para provocar y ejemplificar la evolución interna de aquel que viaja.
En nuestros artículos anteriores hemos intentado ofrecer información y nuevos puntos de vista sobre la aventura que sirvan a lectores y escritores para imaginar y disfrutar el recorrido de su próximo viaje literario. En esta ocasión, desde nuestra posición de aficionados y autores de fantasía, vamos a intentar satisfacer la curiosidad fan tratando de responder a la siguiente pregunta: ¿qué personaje ha hecho el viaje más largo?
La literatura fantástica, con su gran componente de desafío, peligro y aventuras, se ha caracterizado por integrar el traslado casi como un requisito indispensable del género. Tanto es así que grandes personajes como Ged, de la trilogía de Terramar, Gandalf de El Hobbit y El Señor de los Anillos, o aun Conan, se definen por ser errantes. Van de aquí para allá, atendiendo asuntos de los que la mayoría de los mortales ni se preocupa, renunciando a la seguridad y referencia de una morada fija. Obviamente, para este tipo de personajes resulta muy difícil cuantificar cuánta distancia han recorrido a ojos del lector; su vida es un viaje. Sin embargo, existen otros personajes de los que puede resultar más sencillo calcular las distancias con las que se han atrevido y tratar de ver cómo de lejos habrían llegado en nuestro propio mundo.
(AVISO: Al describir los viajes pueden desvelarse detalles de la trama)
Bilbo
Los hobbits son criaturas hogareñas, muy unidas a su tierra y su ámbito familiar, por lo que resulta aún más sorprendente que Gandalf fuera capaz de sacar de su casa a Bilbo y convencerlo para que se embarcara en un viaje de destino incierto.
Por supuesto, el señor Bolsón se mostró muy reacio a seguir al mago y la Compañía de Thorin, pero el camino y los peligros terminaron por demostrar a todos, a él el primero, que Bilbo era todo un aventurero. Quizás, de haber sabido que hasta alcanzar Erebor tendría que recorrer cerca de 1600 km, desde Madrid hasta Amberes (Bélgica), se lo hubiera pensado un poco más.
Frodo y Sam
Hay costumbres familiares que se heredan, a veces incluso viejas amistades, tal fue el caso para Frodo Bolsón, a quien el viejo Gandalf le repitió la jugada que le hizo a su tío, aunque, todo sea dicho, por un motivo mucho más urgente. En el caso de Sam, sin embargo, quizás fue menos casualidad de lo que parece y en el fondo de este sencillo hobbit habitaba un espíritu aventurero que ni él sospechaba.
En cualquier caso, lo cierto es que el viaje de estos dos hasta el Monte del Destino resultó más largo y complicado que el de Bilbo. Si superaron el peaje del Balrog de Moria fue sólo para perder a toda su compañía en Amon Hen y, tras apenas poder acercarse a las Puertas Negras, hubieron de desviarse para entrar en Mordor a través del peligroso desfiladero de Cirith Ungol. Quién les iba a decir a estos hobbits que cerca de 2200 km les separaban de su destino final, un viaje que en nuestro mundo bastaría para llevarnos de Madrid a Berlín.
Aragorn, Gimli y Legolas
Pocos equipos se han mostrado tan unidos y fuertes como el formado por este variado trío, y menos mal, ya que no sólo tuvieron que afrontar un largo viaje, sino que además tuvieron que lidiar con todo tipo de impedimentos y desafíos. Herederos morales de la Compañía del Anillo, persiguieron durante más de 300km a los orcos de Isengard para rescatar a Merry y Pippin y, tras reencontrase con Gandalf, acabaron de lleno en la defensa desesperada de Rohan para, finalmente, participar de la lucha definitiva contra Sauron previa visita al mundo de los muertos.
Un camino lleno de idas y venidas que los llevó a cubrir cerca de 3900 km, aproximadamente la distancia entre Madrid y Sebastopol (literalmente).
Tyrion Lannister
Cambiando de saga, el que quizás sea el personaje más querido y carismático de Canción de Hielo y Fuego ha sido, y sigue siendo, un auténtico trotamundos. Tyrion arrancó su andadura en Invernalia, desde donde decidió darse un garbeo hasta El Muro para, a su vuelta, recalar en El Nido de Águilas para ser enjuiciado por el accidente de Bran, aprieto del que consiguió salir airoso. Sus pasos lo llevaron a Desembarco del Rey para ayudar a su sobrino y, casualidades de la vida, defender la ciudad del ataque de Stannis. Tras unas cuantas intrigas y venganzas palaciegas, Tyrion consigue cruzar el mar para llegar a Meereen tras pasar por Pentos, un largo viaje que culmina una larga travesía de unos 10260 km, aproximadamente como ir de Madrid a Calcuta (India)
Daenerys
Quizás haya pocos personajes que puedan ejemplificar mejor el viaje físico como reflejo del viaje interior, y si en su largo trayecto su posición ha ido evolucionando y mejorando, no lo ha hecho menos su carácter. Poco queda ya a estas alturas de la frágil e indefensa Daenerys del comienzo de la saga de Canción de Hielo y Fuego. Su aventura arrancó en Pentos para, junto con los Dothraki, cruzar todo el continente de Essos hasta la ciudad de Qarth, desde donde se dirigió a Meereen, una travesía de unos 7800 km que nos llevaría en nuestro mundo desde Madrid hasta Peshawar (Pakistán)
Êrhis I. La estrella se alza en el cielo
Los personajes de La estrella se alza en el cielo también han demostrado ser muy viajeros. No es que sea algo intencionado, pero cuando se presenta al lector una historia que se desborda por lo largo y ancho del mapa y el calendario, resulta que sus protagonistas tienen que patear bastantes caminos. Así, aunque hay no pocos trechos que todos compartieron, Hirvalmer llegó a afrontar una totalidad de 11200 kilómetros, más o menos los que separan Madrid de Bangladesh, mientras que Ahesshaye y Iemnêril afrontaron juntos una travesía de 14645 km, aunque ellos pudieron contar con las bondades de los viajes marítimos
A la vista está que los viajes son parte esencial de los libros de fantasía. Aunque en los últimos años se están explotando otras vías para enriquecer el género, sobre todo gracias a las aportaciones de la novela histórica y su presentación de otras épocas y sus problemáticas, por la conexión que la fantasía pueda tener con lo mítico, al final siempre se vuelve a los caminos. Ello no quiere decir que deba usarse de manera indiscriminada, pues de lo contrario podemos acabar con personajes e historias que van de aquí para allá pero en las que quizás no pasan demasiadas cosas. De lo contrario podemos dar la razón a síntesis tan crudas como esta:
Imagen destacada: http://www.cep.unt.edu/songs/tolkien.html
Referencias:
4 Comentarios
jajajaja me ha encantado esa representación de lo que puede parecer en algunas ocasiones un viaje sin sentido en las novelas de fantasía. Pero como decís si tiene sentido ese viaje, las aventuras se disfrutan muchísimo
Mil besos^^
P.D. Seguir escribiendo el segundo libro de Erhis jejeje
¡Hola, Laura! He de reconocer que como fan de Tolkien me costó un poco encajar ése resumen de las películas, pero la verdad es que tiene gracia :D. Yo creo que para sacarle partido al viaje básicamente hay que tener claras las ideas (por qué, para qué, a dónde…) para no tener a tus personajes dando vueltas como peonzas por el mapa.
Respecto al segundo estamos trabajando en ello, y aunque nos hemos topado con muros, creo que actualmente podemos decir que progresa adecuadamente, lento, pero adecuadamente 😛
¡Muchas gracias por comentar! ¡Saludos!
Los viajes de Tyrion son, sin duda, de los más largos y desafortunados de la historia de la fantasía :’) aunque los de Gavilán, del ciclo de Terramar de Ursula Le Guin, tampoco tienen nada que envidiarle, sobre todo teniendo en cuenta que él encima los realiza por el mar.
Tienes toda la razón, Miguel, el pobre Tyrion va de crisis en crisis conforme quema millas, quizás por eso casi me parece un hombre que va dando tumbos por el mapa tratando de levantar cabeza. Algo trágico, por así decirlo. Gavilán por su parte es quizás, junto con Gandalf, el gran viajero de la literatura fantástica. Su vida es puro viaje, tanto es así que parece imposible ligarlo a ningún lugar. Ese carácter errante es para mí lo que le da magia al personaje.
¡Muchas gracias por comentar y nos vamos leyendo!
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