Uno de los aspectos más destacables del mundo de Êrhis es la cantidad y variedad de credos y religiones que alberga, tantos como pueblos. Desde los oscuros bosques de Ennerhad hasta los interminables trigales de Tūrada, desde las nieblas de las montañas que encierran Tihughan hasta las soleadas costas ilanas, todo reino y nación de Êrhis celebra a lo largo del año distintas fiestas que conmemoran episodios del pasado, veneran figuras de su panteón o evocan pasajes de su historia sagrada.
Y aunque los ritos, ceremonias y fiestas varían de una nación a otra tanto como la lengua, las costumbres o el color de piel, muchos se vinculan al paso de las estaciones, los cambios en la naturaleza, el paisaje y el tiempo. Así, estas son algunas de las fiestas que los hombres y mujeres de Êrhis celebran cada año:
Primavera
Tal y como podéis leer en los primeros capítulos de La estrella se alza en el cielo, primer volumen de la trilogía Êrhis, el reino de Kromtar celebra el comienzo de la primavera con la fiesta de Larkën-Khur. En lengua kromtariana, larkën significa ‘padre’ y se refiere a uno de los ocho aspectos de Khur: su faceta más bondadosa, como protector y benefactor de los hombres, a los que ofrece la abundancia de los campos, la fertilidad de los rebaños y el caudal de los ríos.
En la capital, Khurammar, y en todas las villas, pueblos y aldeas las fachadas se engalanan con flores mientras juglares, saltimbanquis y poetas entretienen a las gentes en plazas y calles y las tabernas y mesones sacan los barriles a las puertas y sirven a todo el que pasa por delante. Nobles y gentes del común celebran por igual, muchas veces juntos, la llegada de un tiempo de bonanza y prosperidad para el reino.
Poco tiene que ver la fiesta de Larkën-Khur con la forma en que el Imperio de Naushie, que dominó todo lo que hoy es Kromtar y otros territorios, celebraba la llegada de la primavera. Para los naushitas, el retorno del tiempo cálido evocaba el nacimiento de Îrindur, la diosa de la vida, de la creación, el calor y la abundancia, y, aunque eran momentos de alegría, la severidad del carácter naushita limitaba las celebraciones a una solemne ceremonia en el templo mayor y, después, al interior de los palacios de los indaræ o letrados (la nobleza: senadores, oficiales del ejército y, por supuesto, magos) y de las casas de los enindaræ o iletrados (el pueblo llano: artesanos, campesinos, comerciantes o soldados).
Verano
Entre el sexto y el séptimo mes del año, cuando las enormes extensiones de cereal se muestran listas para ser recolectadas, en las villas y aldeas del sur de Herthnara los habitantes festejan la Noche Corta, una fiesta popular en la que las gentes se reúnen junto a los campos y celebran (con abundante comida y bebida) desde la caída del sol hasta el amanecer. Se trata de la última ocasión de relajarse y disfrutar antes de comenzar la cosecha, que los obligará a trabajar sin descanso durante las semanas siguientes, y sirve también para afianzar los lazos comunitarios.
Aunque los ilanos son, quizá, el pueblo más proclive a las fiestas y la alegría, son también profundamente religiosos y su calendario está plagado de fiestas, tanto populares como sagradas, en las que los ilanos participan con igual celo. Para ellos, la llegada del verano y, con él, de un calor que agosta los campos, se relaciona con el dios Kalios como sol todopoderoso e implacable y se celebra mediante una ceremonia en su santuario en los montes Kaliosa, presidida por el rey y el inakorè o sumo sacerdote.
Otoño
Al este de Ilaàn, los habitantes de Shialamar, Tudan-Shalar y Oga-doh-Shalar, territorios del antiguo Imperio de Shalar entre el mar Interior y el terrible desierto, dan la bienvenida al otoño y despiden el insoportable calor que durante meses los ha encerrado tras las celosías de sus casas y palacios llenando durante días las calles de desfiles, espectáculos y mercados. La alegría y las celebraciones no tienen la diversión como único fin, pues con ellas se pretende expulsar de nuevo a los yassin-yassan, espíritus de las arenas, a lo más profundo del desierto.
Los campesinos de Tūrada, tierra fértil regada por las caudalosas aguas del Gran Río, recorren en romería los labrantíos que rodean sus aldeas antes de la siembra del cereal, consagrando los campos a los tres dioses para que las semillas arraiguen y crezcan en abundancia.
Invierno
En el eterno Tihughan, al noreste de Êrhis, la noche del solsticio de invierno la corte se reúne en el palacio imperial de Tnaihunei y el emperador preside la última fiesta del año, llamada Última Mácula, una ocasión de regocijo y exceso antes de la purificación invernal. Durante los tres meses siguientes, hasta la llegada de la primavera, cualquier celebración está prohibida y penada, incluso los matrimonios.
También Ilaàn vive la llegada del invierno como una época de recogimiento. Cuando la luna se alza en la noche del solsticio, se conmemora el luto en el que la diosa Sora se sumió tras la muerte de su hermano Mines, cuyo sacrificio permitió al pueblo elegido escapar de la sombra y alcanzar Ilaàn, la patria bendecida. En la capital, Kainor, y en todas las ciudades y villas del reino las gentes se recogen y rezan para acompañar a la diosa en su aflicción.
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